La Casona de la Poetisa Isaura


La Casona de la Poetisa Isaura:

Aquella mañana del 21 de febrero de 1932, frente a la plaza del padre Jáuregui, entre el alborozo de las fiestas del Carnaval, el general Leal pronunció unas palabras de alegría por las bellas doncellas que armonizaban el desfile. Se cumplía un año de haber traído el primer automóvil Ford a La Grita. Los empedrados de sus calles eran de robusta mampostería para poder recorrer el pueblo y poseer la más alta velocidad de 25 km por hora. 

Entre caramelos y serpentinas. En la casona de Isaura, doña Josefa Catalina Melani, casada con don Carlos Olivares, aquel personaje hijo del coronel Maferson, quien también era padre de doña Zoila, la esposa del general Cipriano Castro. Frente a la plaza de las rosas, donde los alumnos del colegio antiguo solían ir en las mañanas de los miércoles a leer versos y a desglosar la poesía universal, desde Virgilio, Dante, Petrarca hasta el propio Rafael María Baralt.

La Casona de Isaura fue uno de los centros más distinguidos de la realidad cultural de la Ciudad del Espíritu Santo. Porque en sus patios de solariega casa estaban los lindores con la vieja iglesia de Los Ángeles. Mejor dicho: la abadía mayor del Convento Monasterio. 

Y en este lugar de dos patios coloniales, zócalos embestidos de arabescos muy afines a las expresiones de la época, espejos traídos de Italia y el piano, donde tantas veces se construyeron los sueños de las palabras y la realidad de la poesía. Más las manifestaciones más sublimes de un tiempo. Desde las oraciones del ilustre monseñor Jesús Manuel Jáuregui hasta la pronunciación de los ideales en contra de la dictadura del General J.V. Gómez.

“...Y dichosos de nosotros, igualmente si secundando los altos ideales de nuestro actual gobierno, logramos con nuestro proceder convencer al mundo entero que nuestros dilatados valles y gigantescas cordilleras las formó la naturaleza no para sostener tronos de tiranos, sino para ser pregoneros eternos de todos nuestros libertadores”...

Recordaba mi padre, Pepe Melani, cuando el general Régulo Olivares le obsequia una imprenta a la poetisa Isaura. De este regalo tan sublime nació el concederse un mundo de literatura y periodismo. Nace “El Esfuerzo” como un camino de caracteres periodísticos, artísticos y de una verdadera elocuencia. 

Su valor hizo invitar a escritores nacionales y de América para proponer un camino a la realidad de la poesía. Fue su espacio periodístico un credo contra la dictadura gomecista... un Cristo tallado en madera por el gran escultor Rafael Pino Ferras, quien era devoto de Santa Ana, quien era devota.

Los años cruzaron a la poetisa un alma de luz. Entre sus líneas venía un pentagrama, una ilustración. La gracia del verbo, una puntuación de la palabra entre notas y azules. Su primo José Félix Meani de Olivares recogió una herencia, y entre sus sentimientos y sus hijas. Entre las memorias vendidas de Sara Meani de Olivares nació una gran sensibilidad y una raíz síntesis de una generación y de nuestra ilustración.

En la casa de Isaura, donde los acontecimientos fueron muestra de digna expresión de la cultura tachirense, como altar de Venezuela, el cual fue llamado el más viejo de Venezuela, el altar de Isaura. Después de tantos años, el poeta Francisco Acacio Chacón y el poeta Isaura. Más aun nos narraba el portentoso Hugo Constantino Guerrero, Epifanio Mora, el joven Pepe Melani, pues cuando contaba sobre cuentos, poesías y versos, ya había visto en la sala de la casona de su abuela a Constantino Guerrero y al poeta Isaura. También en dicha sala de la casona de Isaura, se reunieron Rafael Pocaterra, monseñor Acacio Chacón, el gran Fermoré y el gran maestro Rogelio Céfiro Grau. 

El ingeniero del Gran Ferroviario del Táchira, y el maestro Tito Salas que impresionaba en su forma de juventud de Pepe Melani, en sus pinturas y correctores sobre caminos de Venezuela. En sus retratos se hallaba pasión por nuestra búsqueda. Una hermosa y fresca armonía de luces. Lo contaba sobre su historia. Lo contaba sobre un amor platónico. El artista Tito Salas que hablaba poesía por nuestra búsqueda. Lo contaba en su forma de bocetos.

En esta misma casona conoció Pepe Melani al ilustre Tito Salas, para ese entonces nuestro pintor nacional por la Iglesia mayor de La Grita, y en su altar había realizado una composición de la Trinidad. Majestuoso con óleos sobresalientes. Lo definimos así: “el altar de Isaura”. Un altar de ideas, un altar de cultura, un altar de dignidad. Allí se formó la Isaura. Nació en 1888 Isaura, en uno de sus viajes, le trajo de Roma...

De regalo a monseñor Jáuregui. Esta pieza de la lámpara de Murano se encuentra en la entrada de la iglesia basílica del Cristo del Niño Jesús de los italianos.

Mario Briceño Perozo, una noche de encuentro en el hotel Las Cumbres, nos afirmó la importancia de hacer resaltar estos recuerdos. Nos intercambiaban caudal de cultura tachirense. 

Como símbolo de la cultura gritana: Juan de Dios Sánchez, el sacristán de la aldea Guanare, quien hacía de jardinero en la bella casona, contó cuando Isaura y don Carlos Olivares se llevaron a su hija Ana Mireya Olivares a Roma para que la bautizara monseñor Jáuregui en el Vaticano.

También el ilustre escritor y poeta, nuestro historiador Calderón, describió las noches de la casona con el general López Contreras. Cómo también las eternas cartas con la poeta chilena Gabriela Mistral, y el poeta peruano Busto Baltazar El Buendía, con Manuel Eleazar López Contreras. Lucila Godoy, Gabriela Mistral, fue una amiga fiel de Isaura.

Los sacerdotes eudistas recién llegados en 1933 frecuentaron la casona. Se dijo que hablaban un buen francés con el padre Jean Baptiste Calvez. Los sínodos eudistas se reunían en dicha casona. Se realizaba el Pequeño Banquete de Isaura. De allí los hombros Purgatorio, que elevaba llevando almas al cielo, encargo de la jovencita hija de don Carlos Olivares. 

El ángel que le valió la cantidad de dos mil bolívares. También en busca entre las memorias de Isaura, su libro de poesía hecho en madera por el gran escultor Rafael Pino Ferras, quien era devoto.

La gracia de llevar junto a la poetisa una cultura, que se sembró entre los mejores destinos de una ciudad. Donde se entrelazaba lo azul, lo azul de Isaura, lo azul de los ideales. Su pluma dictó en una generación y su pluma entre nostalgias y suspiros. Entre las memorias vendidas de Sara Meani de Olivares, nació una gran sensibilidad, una raíz y síntesis de una generación y de una historia.

De esta raíz se orienta hacia una hermosa y fresca armonía de nuestra cultura. De su origen el pintor más culto del siglo XX del Táchira, Tito Salas que hablaba poesía por nuestra búsqueda. Lo contaba en su forma de bocetos. Nació en 1888 Isaura, en uno de sus viajes, le trajo de Roma… 

Ana Mireya Olivares de Baptista, la hija, vendió la casona al padre Teodosio Sandoval, quien fue su propietario durante algunos años. El sacerdote, que estudió en Caracas en compañía de sus dos hijos (adoptivos) en el banda papal de música, permaneció un tiempo en la vieja casa cural (hoy en ruinas) y luego en partes para Santa Cecilia), mudándose a la casona de Isaura.

Más tarde estas divisiones se han convertido en abandono y desidia. En el año 1995, aproximadamente, la casona fue dividida y sometida a alquileres. Más tarde desapareció el portón de hierro forjado, el aljibe del estado y el candil de los artesanos. Sin saber, la inmensa manifestación de valores para los artesanos.

Sin saber el valor de historia y cultura. Y la nuestra maravillosa Isaura, fue desaparecida sin que existiera un plan municipal, ni regional, ni el Instituto de Patrimonio en Táchira. Ni el Instituto de Patrimonio. Un pasado de La Grita diluido. Ni la política.

Así se perdió la historia. La casona fue alquilada a un quincallero, a una señora que vendía víveres, a un general retirado y a un señor que tenía una tienda de madera. Uno de ellos lo obtuvo en 1979 el anticuario Ramón Elías Camacho.

Los años devolverán el gesto de Isaura. Sus vivencias y el contenido poético al que realizó como una manifestación de los hechos y tradiciones y de los sentimientos sublimes del alma…

La Poetisa Isaura:


 ...Fue Heredera de las fuentes literarias de la Toscana de Italia, con aquellas esencias de Brbedicto Croce y la pureza musical de Antonio Vivaldi. Y desde su mundo se convirtió en esta ciudad de La Grita en una de las grandes anfitrionas de la cultura andina. Idealista junto a Francisco Antonio Guerrero y Monseñor Jesús Manuel Jáuregui de la creación del Colegio Seminario del sagrado corazón de Jesús en 1884. Más dela creación del Ateneo Luisiano en 1891. Isaura se llamo: Josefa Catalina Melani de Olivares. Quién nació en La Grita un 8 de Mayo de 1872. Formándose como escritora y con un valorable camino de Poetisa. Desde Teresa de La Parra a Valentina Pieruzzini, hasta María Teresa Melani de los Rosales de Tovar. Desde las originalidades benditas al legado de la poesía venezolana. Amiga de Elezar López Contreras. El general sucesor de Gómez. De Acasio Chacón primer Arzobispo de Mérida. De Emilio Constantino Guerrero. Más de ser la tía paterna de Don Pepe Melani. Sabiendo idealizar valores. En 1904 le llevó su hija Ana Mireya a monseñor Jáuregui a Roma y el ilustre sacerdote se la bautizó en el Vaticano. Fue Isaura en los tiempos de 1889 amiga de José Gregorio Hernández donde el Médico asistía a tocar el piano en su casona. En la invitación de Mons. Jáureguial médico Santo. ... Doña Josefa Melani se casó con el ciudadano Don Carlos Olivares. Administrador de la Casa Bruguera. Al fallecer Monseñor Jáuregui en Roma, ella lideró ante el gobierno del General J. V. Gómez de cambiar este distrito Crespo por Distrito Jáuregui y al aprobarse dicha petición, la Municioalidad de La Grita declaró la plaza Páez por el nombre de Jesús Manuel Jáuregui Moreno. En los jardines de la plaza del Convento y lugar del primer cementerio de la ciudad. Y un 1 de agosto de 1914. La Poetisa Isaura en su discurso le dio a la Grita, el calificativo de "Ciudad Atenas del Táchira " más se develó el monumento mandado a realizar en florencia por la Poetisa, del ilustre sacerdote. Isaura. Fue amiga de Lucila Godoy, "Gabriela Mistral" la interesante mujer de las letras de Chile y Premio Nobel de literatura. Isaura se consagró a la literatura y en "Las Facetas Literarias de Isaura" se concedió el testimonio de su camino de escritora. Amiga de artistas, de poetas de políticos y hasta de saber que en su casona una noche de poesía el ilustre médico Udon Pérez compuso en La Grita el Himno del Estado Zulia. Mandó a pintar "el Purgatorio" al maestro: Marcos León Mariño. Donde su hija pozó parael Ángel redentor. Obra hoy en comodato en la iglesia Neogotica de la Virgen de los Angeles. Isaura: Doña Josefa Melani de Olivares falleció un 19 de Diciembre de 1947 a la una de la tarde, entre Hortensias y la poesía eterna. Mientras en 1968 la municioslidad erigió un parque y monumento a su memoria. Hoy el Concejo Municipal de la Grita deberá reclamar sus libros y traer al Salón de Sesiones la copia del busto original que fue prestado a la coroteca del patrimonio de la ciudad. Para rendir un honor de amor a la mujer mentora de las letras gritenses. A un siglo de la Cultura... En 1967la Munivioalidad del Jauregui ebaktecio su nombre con una plaza en el Barrio Fatima frente a la capilla de Foña Humildad. Con un busto del escultor A Bruitiago y entre los valores el Oresidrbtw Municipal invocó los recuerdos .siendo orador de tan solemne inauguración el periodista. 

El piano de la poetisa Isaura:

Estaba la casona frente al lugar del convento muy diagonal a la Iglesia de Santa María de los Ángeles. Frente a la plaza dedicada al reverendo monseñor Jáuregui.

Llena de jardines cubiertos de rosas y hortensias como matizadas azules, y violetas. El lugar de las promesas y la biblioteca de la señorita. Como dijo Gloria Stolk, “La Alondra de Los Andes” entre los retratos de sus ancestros. La imagen del doctor Gabriele Mistral. Y los amarillentos retratos de María Teresa Pieruzzini. La espada de su hijo Melani y el torero Carlos Olivares y el voto blanco de su abuelo Macpherson, padre de su sobrina del alma Tito Salas. En La Grita en las hijas Ana Mireya en la confesión de amor de los días del Espíritu Santo pintada por su nieto de nombre Mepherson.

Y aun permanecía todo. Los apuntes de amor de Tito Salas. 

El piano alemán que vino en Roma. Allí el pulso de las señoritas de antaño italianas establecía un medallón y entre señores de plata italianas ejecutaron melodías de una herencia toscana. Donde tantas veces artistas y médicos José Gregorio Hernández y el insigne Pe- dro Emilio Coll.

En las lecciones de poesía y ensayos, donde el joven notario y médico José Gregorio Hernández, el ingeniero del ferrocarril del Táchira. En las dedicatorias de Lima de Lucía Serena.

Era vertical el dichoso piano. Quien lo afinaba su sobrino el pintor y Ana Mireya practicaba valses y melodías de los clásicos.
Con su blancura, forma para las lámparas y el pentagrama.

Salón donde celebraron las tertulias y se escribió la poesía.

“Guitarrista tú y yo somos hermanos.
La guitarra es tu novia preferida.
Y el piano, nieve entre mis manos me hace creer en Dios, y amar la vida”.

Así habitó el piano. Entre las rosas de castilla y las facetas literarias de Isaura.
En los versos de Emilio Constantino Guerrero y las leyendas de José Rafael Pocaterra.

Con la melodía del alma. De negro nogal alemán con todos los sentidos que emergen de saber armónico en su invocatoria de los sueños en esa casona inmensa, que estremece de amor en el templo sonoro de la iglesia de soledad.

Y doña Josefa Melani Pieruzzini describía en sus narrativas mientras Teodoro Gutiérrez Calderón, el autor de La Mujer de las Manos Cortadas a través del piano purificaba siglos.
Isaura nacía en Beethoven, para deleitar y soñar como sus Manuel Jauregui.

Un día el general Rómulo Olivares, su cuñado y compadre, le regaló a Isaura una imprenta; así nació el periódico El Esfuerzo, permitiendo al ilustre venezolano escribir y sentir la grandeza del viejo piano.

Desde Rogelio Iturramendi, profesor de Italiano del Colegio Seminario de monseñor Jauregui. Entre notas hermosas de Emilio Constantino. Y sin duda de Lucila Godoy. De Romero Garrido. Josefa Candica. Vicente Elías Moncada y Pasta Ame- nodo o Rangel Lamus.

Sin olvidar los testimonios de Tulio Febres Cordero hablando de La Grita en las virtudes de un mundo.

En ese piano aprendió a saber de la música el insigne Hugo Baptista, nieto de la poetisa.
Ella el 19 de diciembre de 1947 Isaura falleció. Entre los sonidos del piano y las flores de hortensia
.
Sus legados se quedaron en tantas memorias. De una ciudad inhumana y sin valores. Casas se vendió y el viejo piano se guardó en la casona de Ernestina Gandica.
Luego fue prestado a la Escuela de Música Santa Cecilia.

Los años pasaron y aun allí en la academia de la música no saben decir quién se llevó el dichoso piano de la poetisa.
Cruzan los cielos y el vuelo de golondrinas en las tardes bajan para anidar en los escombros de las tapias de lo que fue la casa de la poetisa. Lugar de oración de cultura.
Mientras muy lejano quizás llora un negro piano. Muy lejos de los oídos. Mejor de dolor detrás de tanto silencio. 










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